FLINGAR IMPERIALIS

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Cronica V

La venganza del Rey Troll






PRELUDIO


Sucedió entonces que las factorías industriales de Flingar tuvieron que trabajar a todo vapor para reparar el tanque imperial. Las tropas habían vuelto en desbandada tras la batalla contra los dubnios y hubo, en verdad, pocos supervivientes. Sin embargo las gentes de Flingar son laboriosas y sin chistar pusieron manos a la obra.









Muy lejos de allí, en el norte, un viejo horror volvía la vida. En un llano desértico donde hacía tiempo se había defendido la patria contra una invasión caótica liderada por un Rey Troll, sólo quedaban huesos semienterrados. Los imperiales habían quemado a sus enemigos en grandes piras tras el combate y posteriormente los habían enterrado en enormes fosas. Si uno buscaba con cautela, todavía podían verse restos: una mano por aquí, una calavera por allá. El viento mecía suavemente las arenas y la vida retomaba así su curso.





El movimiento fue súbito, como un espasmo. Un dedo, el índice, se movió un poco. Era un brazo azul, bastante grande y malherido. Estaba tirado entre unos árboles y por eso se había salvado de las piras. Otros dedos se alzaron, el miembro entero pareció agitarse. Para el mediodía siguiente ya había crecido en la parte del hombro una masa de tejidos viscosos y azulados. Al anochecer podía distinguirse un torso claramente definido.





Pasaron dos días y un grito enfermizo, lejano y arcaico, sacudió la paz desértica. Un ser monstruoso echó a correr por las dunas ávido de sangre y venganza. Ciego de ira, abandonó las tierras imperiales viajando siempre hacia el norte. Vagó por los bosques y las montañas. Cazó cuando tuvo hambre, devorando sin piedad ciervos y ovejas. Cuando abandonó definitivamente las tierras del hombre y estuvo internado nuevamente en el territorio maldito del caos, tuvo que luchar contra lobos famélicos y escorias sin nombre. Se alimentó como pudo, sorbió agua podrida en grandes cantidades. Su cuerpo apenas si respondía, pero su deseo de venganza lo era todo. Esa urgencia lo llevaba a mantenerse vivo, a internarse cada vez más hacia el norte.









Finalmente llegó a parajes conocidos. Se encontró con algunos viejos camaradas; pasó algunos días atento, escudriñando el cielo y oliendo cosas en el aire. En días específicos hizo rituales arcanos, ofreció sacrificios a deidades ciegas, prometió hasta lo que no tenía. Su nuevo cuerpo mal alimentado y recién regenerado apenas pudo mantenerlo en pie. Pero finalmente, lo logró. Y su desagradable boca esgrimió una sonrisa de triunfo cuando aparecieron enfrente suyo y de sus seguidores legiones completas de guerreros, bestias fantásticas, armas embrujadas y poderes recónditos. El Ojo se abrió para él y le reveló secretos del tiempo y de los humanos, el Ojo comprendió su dolor y su frustración, el Ojo le dio lo necesario.





Y fue precisamente así como el nefasto Rey Troll se alzó una vez más y comenzó a bajar hacia el sur, hacia las tierras del hombre, para sembrar el caos y la destrucción. Su ejército era ahora más numeroso y sus huestes formaban verdaderas turbas iracundas. Allí por donde pasaron dejaron su marca y conforme pasaban los días el odio hacia los humanos crecía en su corazón. Finalmente, llegaron al territorio imperial y el Rey Troll bramó con tanta furia que incluso en la capital de Flingar muchos corazones se acongojaron. El infame Rey Troll llevaría a cabo su venganza de forma despiadada.










Al quinto día de viaje, apareció un aroma a azufre que fue haciéndose cada vez más notorio hasta impregnarlo todo. Las tropas del Rey Troll dejaron de avanzar, tosiendo copiosamente, y el mismo Rey Troll tuvo dificultades para respirar. Hubo una explosión sorda y de colores aciagos. Y fue así como apareció frente a ellos el Gran Demonio Bel´akor. Hubo temor en las tropas, pero el ser del inframundo se acercó al Rey Troll y le ofreció su espada maldita, y postrándose ante él dijo:


- “El Caos manda y yo obedezco. El caos dice: ayudar al Gran Troll, destruir a los humanos; y yo aquí ofrezco mi espada y mi poder para lograrlo”.


Tras lo cual el Rey sonrió con malicia e hizo una mueca de conformidad; el pestilente azufre desapareció del ambiente y Bel´akor, demonio de los infiernos, se unió a las tropas del Rey Troll.






COMBATE


Precisamente así fue como sucedieron las cosas, y para cuando el ejército maldito del caos arribó a las afueras de Flingar, ya estaban allí los imperiales aguardándolos. El ejército caótico contaba con la devastadora potencia de Bel´akor, dos unidades de feroces mastines rabiosos dispuestos a todo, dos caballerías pesadas, un carro de guerra surgido de las forjas del mismísimo averno, una unidad de guerreros del caos y dos unidades bien nutridas de bárbaros capitaneados por un caótico de nombre Festus. El Rey Troll estaba expectante y se regodeaba ante la ferocidad de sus tropas.




El impresionante carro de guerra caótico.




El Rey Troll, azuzando a sus tropas desde la retaguardia.





Corceles del infierno impulsando el macabro dispositivo caótico.




Los imperiales, sabiendo que el Rey Troll había resurgido, lo esperaron con tres cañones bien resguardados en un bosque cercano, una unidad de caballería pesada, tres unidades completas de arcabuceros, una de espadachines, un capitán en el famoso pegaso mecánico de Flingar, outriders, exploradores y finalmente: el orgullo nacional, los dos tanques de vapor. Trabajando día y noche contra reloj, ambos Könislav (tanto el MK2 como el MK3) fueron puestos a punto para la batalla.





Vista a vuelo de pájaro de la formación flingardiana.





Caballerías imperiales; una pesada al mando de un Archilector y otra mecanizada, al mando de un capitán con Hochland.





Despliegue en el frente este. 3 cañones apostados en un bosque, los vehículos de vapor y unidades de arcabuceros.



Eligieron como teatro de operaciones las planicies alrededor de un viejo templo sigmarita abandonado donde desplegaron silenciosamente los exploradores. El combate empezó sin tardanza; los caóticos avanzaron con toda su furia. Profiriendo maldiciones contra el Imperio y amenazando con sus armas embrujadas, los enemigos de Flingar avanzaron para un encuentro frontal. Bel´akor, por su parte, eligió avanzar usando el templo abandonado como cobertura.





Despliegue de los ejércitos. A la izquierda pueden observarse exploradores flingardianos yendo a tomar posiciones dentro del templo abandonado.




La respuesta de los humanos no se hizo esperar: un cañonazo surcó el cielo y destruyó por completo el carro de guerra enemigo con un estruendo terrible. Maderas en llamas y sangre mancharon la retaguardia caótica. El Rey Troll se enfureció. Los exploradores abandonaron su refugio y le dispararon con sus pistolas por la espalda, pero el infame Troll regeneró todas las heridas. En el ala este, con un bramido atronador, las calderas de ambos tanques de vapor se pusieron en marcha y avanzaron con su mecánico caminar hasta las posiciones enemigas.





Bel´akor lanzó una de sus maldiciones contra el pegaso mecánico. Chispas malditas y gritos de condenación abandonaron sus manos; los proyectiles mágicos golpearon al robot y obligaron a su jinete a hacer un aterrizaje de emergencia. El pegaso mecánico estaba averiado y no podría continuar luchando.



Capitán Imperial a pie, desafiando a su enemigo, tras haber sido derribado el pegaso mecánico en el que luchaba.



El rey Troll, por su parte, volteó hacia atrás y vomitó iracundamente contra los exploradores, matando a cuatro de ellos en el acto con una viscosidad corrosiva maldita. Luego los cargó con gran violencia; y aunque los imperiales aguantaron la posición y le dispararon, el maldito ser corrió hasta ellos y los golpeó con su enorme garrote.





Atentos a esto, el conde elector lanzó la bengala roja. Los capitanes ingenieros a bordo de los tanques vieron la señal, movieron con frenesí palancas e indicadores y lanzaron sus monstruosos vehículos a toda velocidad contra una formación de caballería enemiga. Los guerreros caóticos mantuvieron la posición orgullosos, pero fueron aplastados sin misericordia por la furia mecánica de los tanques de vapor.




Temible golpe combinado de los dos tanques a la caballería enemiga. No hubo caóticos supervivientes, mientras que los tanques apenas sufrieron rayones en la pintura.




Unos valientes bárbaros liderados por Festus se acercaron a los vehículos enemigos; éstos respondieron a cañonazos, con sus pistolas de vapor y hasta sus tripulantes dispararon con la pistola de repetición. Causaron grandes bajas, no obstante los tercos bárbaros cargaron contra uno de los tanques pero sin hacerle daño. Ambos tanques, apoyados por espadachines, arremetieron en ese momento a los atrevidos enemigos. La carga resultante fue una masacre para los caóticos. Brazos, piernas y armas salieron volando en todas direcciones mientras las tres unidades flingardianas acometieron al unísono.





La carga decisiva: dos tanques de vapor y una unidad de espadachines con grupo de mando completo arrasan a Festus y sus bárbaros. Ningún caótico sobrevivió el mortífero ataque.





En el sector central, una verdadera lluvia de plomo menguaba el esfuerzo caótico por destruir las líneas enemigas; los expertos tiradores sin embargo fallaron con sus modernos rifles de Hochland. El desgaste, sin embargo, ya se sentía en el avance caótico. En el sector oriental, Bel´akor voló detrás de una caballería flingardiana liderada por un Archilector de Sigmar. Resistió estoicamente todos y cada uno de los disparos a repetición de los outriders cercanos y fue tal el terror que su mera presencia causaba, que incluso el hombre de fe dudó; y esa duda hizo que su unidad huyera. Atento a esto, el gran demonio avanzó ferozmente, una mueca de triunfo demencial en su rostro maldito, un aura de ira caótica alrededor suyo. Golpeó a los caballeros flingardianos con auténtica furia, su gran espadón los cercenó con extrema facilidad. En menos de un instante, la unidad de caballería flingardiana yacía destruida.




Outriders disparando sin piedad contra el ser del inframundo.




Pero Bel´akor no detuvo ahí su ira. Azuzado por la matanza y la sangre derramada, se dio vuelta y observó a sus aliados. Apenas si quedaban en pie unos bárbaros, algún caballero maltrecho y unos guerreros. Para aumentar su cólera, un preciso cañonazo hizo estallar al Rey Troll por los aires; otros proyectiles de cañón cayeron cerca suyo y uno incluso le pegó causándole algún daño.




Sólo contra el mundo. Filas de flingardianos huyen ante el tremendo avance del demonio caótico.




El demonio de los avernos cerró los puños, profirió un grito de guerra inhumano y cargó contra todos sus enemigos con una potencia y furias nunca vistos en tierras imperiales. Los outriders apenas pudieron correrse de su camino. El iracundo ser comenzó a avanzar contra las filas de arcabuceros. Las balas golpeaban sus alas y su piel pero rebotaban sin causar daño alguno. Avanzó con resolución, y los arcabuceros de Flingar huían al verlo venir porque terribles eran sus bramidos y su mera presencia hacía que un terror inexplicable nublara la mente.




Avanzó de esta forma el infame Bel´akor, y de un golpe mató a seis arcabuceros. El resto huyó en desbandada. Finalmente logró llegar a la cercanía del despliegue enemigo, pero para ese momento sólo él estaba con vida en su ejército. Las balas y los cañonazos habían hecho mella en su maldad y todos sabían que estaba a punto de morir. Completamente bañado en la sangre de sus enemigos, el demonio profirió un último, escalofriante aullido y simplemente desapareció dejando tras de sí un intenso olor a azufre. Para cuando los tanques de vapor llegaron a cargarlo, el infame caótico se había ido.



El fin de la maldad. Completamente sitiado por todos los flancos, el Demonio Caótico se habría esfumado.










EPÍLOGO


Extracto del reporte de un Mariscal de Campo al Conde Elector de Flingar

Secreto Máximo – Prioridad 1
(…)
Las herejes magias caóticas son apenas conocidas en Flingar, como el Oberkommando sabrá, y es precisamente esta ignorancia la que no nos permite conocer el paradero actual de Bel´akor. Hubo reportes, sí, sobre todo de los artilleros apostados en un bosque acerca de la súbita desaparición del demonio, pero la evidencia no es suficiente para pronunciar un fallo. (…) Actualmente ignoramos el paradero del enemigo, e inclusive si se halla éste vivo o muerto. (…) El embajador de los enanos de las Montañas Azules opina que con demonios uno nunca sabe, mientras que nuestra guerra actual con los dubnios nos previene de saber su opinión. Se han despachado mensajeros hacia diversas ciudades-estado para obtener más información. Por lo pronto, inteligencia recomienda redoblar las patrullas fronterizas y prepararse ante cualquier eventualidad (…).









Ficha Técnica

Contendientes
Jkrax (Imperio)
Xaviice (Caos)

Tamaño de los ejércitos
2000 puntos

Fecha
Enero 2010

Resultado
Victoria decisiva a favor del Imperio.

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