FLINGAR IMPERIALIS

 adga

Cronica XI

Una Alianza Desesperada






Dicen que los Demonios del Inframundo no sólo no descansan, si no que invierten su existir en odiar. En todo momento y lugar, los demonios hacen gala de un rencor sin igual contra todos sus enemigos y raro es verlos ociosos y sin nada que hacer. Quizás movido por este principio el Príncipe Demonio Bel´Akor, anteriormente humillado por los patéticos humanos de Flingar, vagó por la disformidad hasta encontrar el poder necesario para emprender una nueva embestida. Rumores oscuros llegaron a sus putrefactos oídos, rumores sobre un nuevo poder ruinoso que ganaba adeptos en las tierras del norte. Se trataba del general Corazón de Hielo, un bretoniano convertido a los poderes oscuros cuya sed de sangre prometía ser legendaria.




Sin pausa nadó por miasmas disformes el poderoso Bel´Akor, hasta que salió de la dimensión maldita por la puerta del norte, con tanta suerte que a pocos días de viaje hacia el sur se encontró con el ex bretoniano. Ni siquiera necesitaron hablar, con una mirada de profundo odio maloliente unieron sus caminos, marchando así el invencible Bel´Akor junto a Corazón de Hielo y sus huestes. El plan del ex bretoniano era llegar a Couronne para consumar su venganza. Para ello tendría que luchar contra diversas fuerzas armadas, entre ellas el Imperio de Flingar.



Sin embargo, no terminó ahí la amenaza, ya que los Poderes Ensombrecidos quisieron que la realidad misma se desgarrara en fibrosas entradas por donde aparecieron los más temibles Demonios que el Caos podía engendrar, y danzando y ululando como es su manera, decidieron acompañar a los campeones del mal en su cruzada impía.









Fueron aquellos días de muchas novedades en el Imperio de Flingar. Tras haber demolido el antiquísimo castillo Schreibert a cañonazos previendo una invasión de vampiros y recibiendo continuamente informes de los progresos de la fuerza expedicionaria enviada a Khemri, arribaron noticias poco auspiciosas sobre movimientos enemigos provenientes del norte.
Según dijeron algunos mercaderes itinerantes, sus bestias de tiro se negaban a moverse hacia el norte y estaban continuamente nerviosos y paranoicos. Tres grupos de exploradores enviados a evaluar la situación desaparecieron sin rastro y desde la fortaleza de Strädt, al norte, no habían llegado noticias en dos semanas. Todas estas cuestiones preocupaban al Oberkommando, y aquel día fatídico decidió enviar un ejército a realizar unas maniobras en las afueras de Flingar.







Más sutiles pero no por ello menos útiles son los métodos que poseen los elfos silvanos para enterarse de las novedades. Para ellos el vuelo de las aves, el ágil y frenético caminar de las hormigas e incluso la más tenue brisa puede significar algo. En este caso, los signos no vaticinaban nada bueno desde el norte. Se dio entonces que paralelamente al ejército imperial, avanzó un destacamento de elfos silvanos venidos de los cercanos bosques de Kislev. Su lider escudriñaba el horizonte con preocupación y en silencio hasta que escuchó el inconfundible andar de un caballo elfo.



La brisa era suave al sur del reino troll. La avanzada elfica había llegado a un río que corre por esas praderas y se detuvieron para beber de el.

El suelo tembló… y un pequeño bosque emergió de la tierra. La blanca nieve de sus copas resplandeció con el sol y una brisa fría recorrió en lugar. Los elfos respiraron ese viento helado con placer, pero pronto se pusieron alertas ya que ese bosque no daba buenas noticias.



Elfos silvanos guiados por el Hombre Árbol, ganando posiciones en un bosque.





Demonios del caos, avanzando maléficamente.




Nada se veía… la calma inundaba el lugar. Los espíritus del bosque se agitaron… y bastó con eso para que los elfos tomaran posiciones mirando el este… hacia la nada misma. De pronto y como venidos desde otra realidad se comenzaron a materializar los demonios más horribles jamás vistos. El bosque entero se agitó y un enorme hombre árbol rodeado de dryades se movilizo hacia la horda infernal. Las dryades fueron por un grupo de Mastines y el hombre árbol viró hacia un grupo de incineradores. Las dryades dieron su vida por mermar a los mastines y lo consiguieron. El hombre árbol persiguió y aniquilo al grupo de incineradores que intentaron quemarlo sin éxito.



Algunos elfos atrincherados dentro de un bosque.




En tanto, el grueso de arqueros del ejército se quedó disparando estoicamente hasta que fueron aniquilados por los portadores de plaga. Otro grupo mas pequeño intentó tomar posición desde un bosque con el apoyo de unos jinetes halcón para destruir unos horrores pero fueron aniquilados por su magia rápidamente… por último el general Arthol con sus jinetes del bosque a su lado envistió a los horrores en busca de venganza pero fue diezmado… la magia se estaba terminando… el hombre árbol, el único en pie debía irse ya… pero antes de irse pudo ver, del otro lado del río otra cruenta batalla. Unos humanos peleando contra lo que parecía ser la otra parte de las hordas del caos… contra sus hermanos corruptos…




Tropas a punto de chocar.



Algunos elfos malheridos lograron llegar al bosque que se esfumó tan misteriosamente como había aparecido.









Cuando los imperiales, que avanzaban bordeando un torrentoso río, llegaron a un claro divisaron elfos luchando desesperadamente contra una avanzada de demonios. Los ingenieros ajustaron sus catalejos y vieron que enfrente suyo el caos avanzaba con sus más fieros guerreros. Sonó la alarma entre las filas del Imperio y pronto tomaron posiciones.



Destacamentos imperiales encuentran resistencia. Al fondo, unidades de elfos batallan contra demonios.



Aprovechando una colina cercana los artilleros colocaron los cañones. Bajo el cerro se desplegaron las divisiones blindadas de Flingar, que en esta ocasión contaban con un Könislav modelo MK2 y otro MK3. El centro del campo de batalla fue ocupado por arcabuceros a pie o a caballo, y el flanco derecho del despliegue fue reforzado por hordas de espaderos y lanceros apoyados por caballería pesada.



El ominoso y letal avance caótico.




Los caóticos desplegaron pocas cantidades de bárbaros y guerreros apoyados por dos caballerías. Con ellos marchaban ogros y el infame Rey Troll, a quien los flingardianos habían creído asesinar al menos dos veces. La dirigencia también la efectuaba un viejo conocido del Imperio: Bel´akor. Temeroso de los potentes cañones imperiales, el Príncipe Demonio aguardó oculto detrás de una vieja posada el desenlace de los acontecimientos.




Mastines y bárbaros del caos.




Mientras los elfos continuaban ferozmente la lucha al otro lado del rio, el grupo de exploradores imperiales oculto dentro de un bosque recibió el corrosivo vómito del Rey Troll y murieron de esta forma ocho de los diez desprevenidos imperiales. La venganza de Flingar no se hizo esperar, y sus cañones opacaron los sonidos del mediodía con tremenda ira, aunque los cálculos de sus operadores extrañamente fallaron y sus mortíferas balas pasaron de largo sus objetivos. El Pegaso Mecánico surcó los cielos y disparó sin éxito misiles anti mágicos. Bel´akor aprovechó el momento para salir de su escondite y fue tal el terror causado al Capitán que éste abandonó de improvisto la zona de guerra, cruzó el rio con su potente máquina y realizó un aterrizaje de emergencia detrás de las líneas élficas.



Líneas de imperiales dispuestos a frenar el avance enemigo.




La colina imperial resiste. Debajo, unidades blindadas aguardan entrar en acción.





Mientras tanto, del otro lado del rio, el Hombre Árbol hace un último esfuerzo desesperado por contener a los demonios.




Los arcabuceros atronaron violentamente, y llenaron la jornada con el humo blanco de la pólvora. Los tanques de vapor flingardianos mantuvieron la posición y dispararon sus cañones con poco resultado. Bel´akor se acercó peligrosamente a la colina de los cañones, volando con sus putrefactas y poderosas alas negras; y quiso el destino que sus súplicas de maldad fueran escuchadas por los dioses oscuros. Antes que el artefacto mecánico de Flingar pudiera arremeterlo, el demonio lanzó un terrible hechizo que estremeció a humanos y elfos por igual, con tanta maestría que los rayos multicolores abandonaron en grandes cantidades sus manos garrudas e impactaron fuertemente el tanque MK3. Achicharraron gran parte de su estructura y derritieron los caños hidráulicos, dejando al vehículo al borde del colapso. Tan extrema demostración de poderío dejó boquiabiertos a propios y extraños, e incluso Bel´akor sonrió complacido ante su poder: enfrente suyo el tanque MK3 yacía a punto de estallar.




Las filas imperiales, con la caballería al mando del archilector pronta al ataque.





Los caóticos casi encima de los imperiales.




Al ver este avance inminente del caos, el Archilector que comandaba el ejército imperial sacó su Biblia Sigmarita. Aún sabiendo que la misma no era popular entre los flingardianos, y ante el progreso apremiante de los guerreros enemigos, recitó:


- Oíd, hombres de poca fé; oíd, hombres del Imperio, lo que os digo. Porque donde la infernal tecnología os falla, Deuterónimo 14-18 reza: "Yo soy la Luz, yo soy la Vida, a nada temeréis en mi nombre, a nada, os digo, porque brillan en mí los reflejos de mil almas, y porque conmigo atacaréis la adversidad con la furia de cien veces cien espadas, y con el brío de mil veces mil caballos. A nada temeréis en este mundo ni en el otro, porque yo os los digo, yo soy Sigmar, yo soy La Luz".


Partieron entonces con auténtico fervor los caballeros flingardianos a enfrentar al enemigo, partieron y en verdad el sol iluminó sus armaduras como nunca, y algunos caóticos tuvieron que apartar la vista ante esta demostración de poderío. Y durante la carga, que sin dudas fue Gloriosa, la luz de la esperanza resplandeció poderosa en los rostros de los caballeros, y fue claramente un momento épico para todos cuando la caballería chocó con odio frenético la pared de enemigos que se les venían encima; los chocó con violencia y éstos no atinaron a responder de inmediato.




Filas caóticas, antes del embate imperial.




Sin embargo, oscuros son los designios del mundo y profundos los abismos del alma humana; quizás por esto los caóticos -al fin y al cabo, humanos caídos en desgracia-, se defendieron con sus pesados escudos y apenas tres de ellos murieron en el combate. Sin embargo su ira negra y tremebunda no se hizo esperar, y con la potencia de mil demonios devolvieron el golpe, y fue sin dudas tanto el resentimiento que colmaba sus corazones que toda la unidad de caballería, a excepción del Archilector, cayó ante la potencia de las pesadas armas embrujadas del caos. El líder imperial fue muy malherido, y se encontraba a punto de morir cuando un Sacerdote Guerrero que avanzaba con la infantería logró infundir en su corazón la plegaria que le haría olvidar sus pesares; y con renovado brío el hombre de fe tomó su hacha y continuó golpeando al enemigo gritando rabiosamente. Sin embargo, muchas son las sombras que habitan el mundo y cuando se juntan su poder es indecible; por eso mismo el Archilector cayó luchando superado por el número de enemigos, antes que los refuerzos de infantería pudieran salvarlo. Al caer el líder, las líneas imperiales se quebraron y reinó la confusión.




El Rey Troll aprovechó para acercarse al tanque MK2 y lanzó sus peculiares vómitos corrosivos sobre el mismo, causando grandes daños en el vehículo pero también recibiendo muchas heridas. Al final, huyó ante la magnificencia de la pieza mecánica flingardiana. Sin embargo Bel´Akor continuó su avance imparable. Ganó la colina y con gran furia mató a los artilleros, continuó su avance desaforado y puso en retirada a todas las compañías de arcabuceros. Un grupo de ogros se acercaron a rematar el tanque MK2, pero su valiente ingeniero disparó su pistola de repetición antes de huir y logró matar a uno de los infames seres. En breve, toda la línea defensiva imperial estuvo rota y los flingardianos huyendo en desbandada.




El Rey Troll, taimado y traicionero, volvió a la carga e intentó destruir por completo el tanque MK3. cargo con furia asesina, pero no tuvo en cuenta los esfuerzos desesperados de su ingeniero por apagar los fuegos de la cubierta. Al ver el imperial cómo el desagradable ser se le venía encima intentando destruir su máquina de guerra, la ira nubló su juicio. Apuntó entonces con nervios de acero su pequeña pistola de repetición contra el monstruo; estando prácticamente en las garras del enemigo, el valiente Ingeniero disparó tres veces. Las balas abandonaron el artilugio con una destreza inusitada. Dos de ellas impactaron en los ojos al Troll, una pudo ser regenerada a tiempo, pero la otra se incrustó en su cerebro y el vil ser se desplomó mordiendo nuevamente el polvo de la derrota. Satisfecho con su victoria pírrica, el Ingeniero abandonó su unidad para unirse a la desordenada retirada imperial.









Informe confidencial urgente traído a Flingar por una paloma mensajera:
Gran avance caos norte. Pérdidas imperiales moderadas. Realizada muy necesaria alianza temporal con elfos silvanos.






Mas tarde, en la retaguardia élfica.


Una terrible cabalgata a campo traviesa estremeció la mañana. Tanto fue así que el caballo y su jinete parecieron agradecer el comienzo del bosque. Con un gran salto se despegó de su montura aprovechando el impulso de tal modo que pareció volar por un instante y luego termino graciosamente parado en la rama de un árbol. Pareció escudriñar por un momento con la mirada. Al instante comenzó a saltar entre la copas. Sus frenéticos saltos no duraron mucho y terminaron con uno muy largo que dejó al elfo en un claro. Cayó instantáneamente adoptando una posición elegante que reposaba sobre una de sus rodillas. Frente a él se alzaba la figura de un elfo imponente.

- Que sucede mensajero.

- Nos hemos topado con una avanzada de demonios y casi fuimos aniquilados.

Las facciones del lider se agravaron con ira.

- ¿Y Athol?

- Gravemente herido.

Una figura humanoide emergió de pronto de las sombras. El sólo verla causaba miedo: un rostro casi demoníaco, un cuerpo encorvado y a punto de atacar, garras que parecían poder desgarrar el mismo infierno y ramas saliendo de un cuerpo que parecía estar hecho de un follaje denso como la desesperación. El ser dijo con una voz penetrante y desgarradora:

- Nosotros iremos. El bosque demostrará su ira a esos engendros.

- Muy bien. Algunos de mis hombres irán... y tu los dirigirás.

La criatura desapareció entra las sombras no sin antes dar un aullido que movilizó el bosque. Literalmente.






En ese mismo momento, en la vanguardia caótica.


- ¿Cuántos perdimos? -bramó Corazón de Hielo-.

- Muchos, Señor, pero hemos logrado curar y volver combativos a la mayoría. También perdimos unidades completas de bárbaros y mastines, pero supongo que esos no importan en lo más mínimo.

Dos sonrisas plagadas de dientes amarillentos.

- Bien. Debemos aprovechar el momento. Si esperamos ahora, los imperiales podrán reagruparse. Dar la orden, avanzamos.

El otro asintió con gravedad y alivio a la vez. Alrededor de ellos, montones de imperiales yacían moribundos, y las verdes tierras del norte fueron teñidas con el rojo de los seguidores de Sigmar.






Algo más tarde, en Flingar.


- ¿Quién envía el mensaje? -indagó el Oberkommando-.

- Tiene el sello de agua de un Capitán de las Fuerzas Aéreas, con toda seguridad se tratará de Thadeus Vuelofugaz, Capitán de Pegaso Mecánico.

El Oberkommando guardó silencio. Luego agregó:

- ¿Son de confiar los elfos silvanos?

El otro se encogió de hombros antes de responder.

- No sabemos mucho de ellos. Vienen de un bosque a medio camino entre Flingar y Kislev. Inteligencia informa que mercaderes imperiales comercian activamente con ellos en las raras ocasiones en que los elfos se dejan ver. No parecen belicosos mientras no nos metamos en sus bosques, y además...

Ambos guardaron silencio. Sabían la respuesta: necesitaban su ayuda. Aunque la victoria caótica había sido apenas marginal, el golpe moral para las tropas era enorme. El Oberkommando preguntó:

- ¿Hay entre los caóticos alguien conocido?

- Otros reportes indican que están bajo el mando de Bel´Akor, un misterioso demonio a quien creímos muerto hace tiempo, y un nuevo campeón del caos conocido como Corazón de Hielo, un noble bretón caído en desgracia. También se informó nuevamente sobre la muerte del Rey Troll, pero no está confirmada, y aún si así fuera no sabemos por qué el maldito vuelve a la vida una y otra vez.

De improvisto, el Oberkommando se vistió con su pesada gabardina y dijo:

- Ordene a las tropas avanzar hacia el norte. Envíe un cuerpo de embajadores a hablar con los elfos. Que propongan una alianza contra el caos.

El Oberkommando salió del cuarto y la puerta hidráulica se cerró detrás suyo con un siseo. Enseguida volvió a entrar y dijo:

- Ministro Stürm, olvide lo de los diplomáticos. No hay tiempo. Envíe asesores militares y que planeen una estrategia conjunta. Los elfos deben estar en una situación similar a la nuestra. Aceptarán la propuesta sin dudarlo.

- ¿Y si no la aceptan, señor?

- Aceptarán.








Epílogo
Fue exactamente de esta forma en que los flingardianos conocieron a los elfos silvanos que moraban en los bosques siempre nevados. Los elfos habían perdido toda la avanzada enviada a luchar contra los demonios, salvo al incansable Hombre Árbol que luchó hasta el final. Sin perder tiempo, los generales de ambos ejércitos desplegaron más tropas, en un nuevo intento por contener la invasión caótica.






Ficha Técnica

Contendientes
Jkrax (Imperio) + Piero (Elfos Silvanos)
Xaviice (Guerreros del Caos) + Juaancho (Demonios del Caos)

Tamaño de los ejércitos
2500 puntos Jkrax y Xaviice.
1000 puntos Juaancho y Piero.

Fecha
Abril 2010

Resultado
Victorias marginales a favor del Caos.

2 comentarios:

  1. YA ERA HORA JKRAX !!! QUE TE PUSIERAS LAS PILAS! JAJAJAJAJAJ!
    A VER CUANDO ME DESAFIAS A MI?

    SALUDOS AMADEUS

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  2. jejeje y el reporte??? y candela???? jejeje era hora imperial.... nos veremos las caras de formas extremadamente violentas!!!!

    xaviice

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