
Tras el desembarco, los flingardianos tomaron prudentemente posiciones y enviaron exploradores. Establecieron campamentos apresuradamente buscando capturar la mayor cantidad de terreno posible, y en uno de los territorios fundaron la capital de Nuevo Flingar, que buscaría administrar los destinos de las islas. La flota de Hans se había perdido y, como se supo después, virado hacia el sur. Haciendo entonces un recuento de la situación, los flingardianos se encontraron limítrofes con las fuerzas caóticas de Jordan y Xaviice por el oeste y elfos oscuros del Arca Negra de Elrawen por el este. Habiendo pasado ya dos días desde la llegada a la costa, nadie esperaba un ataque tan pronto, y quizás fue por esto que sucedió.

En la provincia de Helenia, la mañana trajo junto con el alba un nutrido avance caótico. Marchaban los malditos a las órdenes de Jordan y mostraban gran apuro por llegar a la posición imperial, evidentemente conociendo el letal alcance de los cañones imperiales. Las guarniciones locales desplegaron de inmediato, pero los caóticos estaban peligrosamente cerca y para colmo contaban con tres discos voladores que transportaban Paladines y un Señor del caos, los cuales se escondieron temerosos detrás de bosques al notar el despliegue imperial.
La artillería del Imperio no se hizo esperar y disparó sin éxito. El Capitán Imperial en Pegaso Mecánico logró acorralar un grupo de bárbaros montados entre dos ruinas, y allí los cargó por la retaguardia apoyado por una carga simultánea de exploradores por el frontal. Los malditos fueron de esta forma destruidos por completo. El resto de los caóticos avanzaron fuertemente y con gran ira.
El Capitán en pegaso, envalentonado por la victoria, continuó avanzando pero quedó entre fuego cruzado y luego huyó ante el temible avance caótico. Múltiples fracturas hubo entre las líneas de arcabuceros al chocar contra ellos las hordas malditas, y tuvieron que abandonar el combate y replegarse. Un grupo de caballeros del caos cargó contra los Outriders, pero éstos aguantaron y dispararon matando a cuatro de los cinco enemigos. El quinto jinete, no obstante, cargó apoyado por tres bárbaros montados y juntos pusieron en fuga a los imperiales.
Mientras tanto...
El Señor del Caos en disco cargó la caballería imperial y, ávido de sangre, lanzó un desafío. Los imperiales se miraron entre si y el valiente capitán de la caballería, con la bendición del Archilector, aceptó un desafío donde claramente llevaba las de perder. Sin embargo quiso el azar o Sigmar que resultara vencedor, para gran bochorno del caótico, quien a duras penas juntó el liderazgo suficiente para quedarse en la lucha tras tal deshonra.
Con los flancos ya perdidos y las tropas en desbandada, fueron los tanques de vapor, prodigios de la industria flingardiana, quienes dieron la nota. Además de ser esquivados con temor por todas las unidades del caos, el MK3 cargó frontalmente contra un gran grupo de guerreros del caos. Causó tantas bajas que aún los curtidos y terribles guerreros huyeron. A los pocos metros se reagruparon e intentaron -muy heroicamente de su parte- detener al coloso de metal, pero el tanque de vapor volvió a cargar sus calderas y desatar su furia mecánica en una arremetida que no dejó supervivientes. Acto seguido el tanque volteó y apuntó a cargar una caballería del caos que tenía fama de ser brava, pero al momento de cargar resultaron ser cobardes y huyeron, desprestigiando así su buen nombre y demostrando su verdadera naturaleza.
Para el mediodía, las fuerzas imperiales habían huido hacia territorios aliados y la provincia imperial de Helenia se hallaba irremediablemente perdida. Fue este sin dudas un mal comienzo para los imperiales, ya que lejos, en el sur, emisarios de Hans informaban de su derrota ante las fuerzas de los Elfos Oscuros. En Nuevo Flingar, el Oberkommando analizaba cuidadosamente el mapa de situación planeando el próximo ataque.
No hay comentarios:
Publicar un comentario