Simultáneamente con la ofensiva imperial al mando de Hans que se luchaba en el oeste, por el norte llegaron, sorteando los mil peligros de las capas polares, un nutrido grupo de enanos al mando de Peluk-He BarbaHierro. Con poca o ninguna advertencia, el ejército defensor tuvo que avanzar contra los enemigos del imperio una vez más.


Desplegaron entonces los flingardianos que contaban con cuantiosa caballería y dos blindados. Los enanos tenían por su lado cañones y lanzavirotes de considerable fuerza y magnitud. El verlos sobre las colinas era terrible para los ingenieros del Imperio, preocupados por la durabilidad de sus tanques. Sin mediar palabra, pues con los enanos de Peluk-He rara vez se podía conversar, Flingar se lanzó a la lucha.
Todas las unidades flingardianas avanzaron con firmeza, e incluso los arcabuceros tuvieron que acercarse al enemigo. La respuesta enana no se hizo esperar y un grupo de artilleros disparó con extrema violencia sobre un grupo de batidores, masacrándolos por completo. Al contemplar esto una unidad de arcabuceros se acobardó y huyeron por un río cercano. En la lado opuesto del campo de batalla, las caballerías avanzaron sobre los barbaslargas, rodeándolos en forma amenazadora.
Sin perder tiempo, los dos tanques de vapor emprendieron la carrera contra un gran grupo de guerreros enanos. El choque fue espantoso, y de los veinte enanos sólo quedaron tres en pie, que huyeron por sus vidas. El Capitán de AstroPegaso Mecánico Mikhail Tukhachevsky realizó la acción heroica del día al intentar acabar con un grupo de ballesteros enanos que estaban muy bien posicionados y disparaban sin piedad sobre la caballería. Mikhail apuntó el mecánico corcel y activó las turbinas que del mismo, sólo para ser abatido por una lluvia de flechas lanzadas por los enanos. Con el AstroPegaso en caída, Mikhail se las arregló para aterrizar de emergencia y tras comprobar su estado de salud, bramó contra los enemigos del imperio y se lanzó corriendo frenéticamente al encuentro del enemigo.
El girocóptero logró llegar hasta el emplazamiento de un cañón imperial y allí sus artilleros defendieron valientemente en la desigual pelea, aguantando hasta el final y siendo muertos en el último instante. Sin embargo, en el flanco oriental, los enormes tanques de vapor flingardianos arrasaron con lo que estaba a su alcance, llevando caos y destrucción a las filas enanas. Hacia el final de la tarde, los pocos enanos en pie volvían a sus barcos para escapar del temible ejército de Flingar.

Memorando distribuido en todas las tierras controladas por Flingar:
Mikhail Tukhachevsky, gloria del Imperio! En los turbulentos eventos de esta jornada, cuando todo parecía perdido para Flingar y la ominosa sombra de sus malvados rivales se cernía ya sobre nosotros, un héroe emergió para dar testamento del tesón flingardiano, de la madera con la que estamos hechos los habitantes de Flingar. Asediado por una lluvia de proyectiles enemigos, la aeronave de Mikhail tuvo que realizar un descenso forzoso en medio de la batalla. Allí, sólo los nervios de acero de este digno hijo de la madre patria le permitieron continuar en medio del caos del combate. Mikhail tomó su espada reglamentaria y salió a hacer justicia contra sus enemigos, un enorme grupo de al menos 40 enanos veteranos y listos para matarlo. Los enanos lo esperaban con sus grandes martillos de dos manos, y se rumorea que algunos de ellos eran incluso enanos del caos, corrompidos por la maldad y los poderes de la oscuridad; aún siendo así el valiente Mikhail no dudó y en una carga que significaría su muerte cargó contra toda la maldad. Y allí emergió victoriosa la espada del Imperio, asestando tantos golpes que los enanos tuvieron que replegarse, y aún más gloria guardará la historia para Mikhail, porque la caballería imperial cargó a los malvados enanos que huían y fueron éstos así masacrados. Qué gloria, qué honor, qué arrojo para este valiente imperial al que por sus servicios al Imperio le ha sido entregada la Medalla al Héroe de Flingar. Un día glorioso para el imperio, una jornada que será recordada como el triunfo del bien y el progreso en desmedro de la codicia y la ambición desmedida de los enemigos de Flingar.


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