Crónica IV: Batalla en los Mares del Sur

Desde la enorme chimenea del S.S. Cigana una voluminosa nube de negro vapor dio inicio a la aventura flingardiana. Durante semanas, y logrando apenas mantener los territorios conquistados, las fuerzas armadas de Flingar Imperialis habían estado luchando sin cuartel. Sin embargo, ante la imposibilidad de avanzar por tierra, los imperiales se habían hecho a la mar.
Cargando el buque insignia de la flota, el flamante y moderno Cigana, con tropas imperiales se disponían a bombardear desde la costa terrenos bajo control de los ogros, con el objetivo de hacerlos huir, y luego crear una cabeza de playa que posibilitara el ingreso de más tropas de Flingar. El objetivo de la misión era, por un lado, ganar territorio a los ogros, y por otro establecer un puesto de avanzada lejos de Flingar Capital.

Con buen clima, un mar calmo y un sol radiante partieron los imperiales en el que sería el bautismo de fuego de su navío. El viaje fue tranquilo, el viento que era la perdición de otros barcos ni siquiera inmutaba al Cigana, cuyos poderosos motores de vapor comandaba a gusto el Capitán. Sucedió entonces que, al acercarse a las costas ogras, a mediodía, apareció en el horizonte otra embarcación. Los flingardianos se sorprendieron al contemplar la gigantesca barcaza de remos de Ren Culoasesino, uno de los cabecillas ogros en la zona.
En un claro intento por impactar a los imperiales, los ogros azotaron a sus remeros gnoblars y zombies logrando un rápido avance. Sin embargo el Ingeniero en jefe flingardiano ordenó forzar las calderas y en vez de virar lanzó al Cigana a todo vapor en un vector de escape. Su plan era salvaguardar el barco detrás de unas rocas mientras la furia de los cañones flingardianos hundían el navío enemigo.
Sin embargo, uno de los ogros que portaban un cañón imperial robado a modo de arcabuz disparó con tano tino que en su primer intento destruyó la torre de mando del Cigana. Dos arcabuceros resultaron muertos tras el impacto y humo y chispas invadieron la cubierta del barco para desconcierto general. Entre las llamas surgió el Ingeniero en jefe, y arengando la tropa logró que los arcabuceros dispararan contra el barco invasor y él mismo se unió al cañón que todavía estaba en funcionamiento y con su pericia disparó logrando algún daño en el enemigo.
Furiosos, los ogros gritaron y su barco volvió a avanzar. Azotaron aún más a sus infortunados remeros pero éstos, exhaustos, no pudieron remar de más. El ingeniero, en un acto de auténtico arrojo, hizo avanzar el Cigana porque el escape todavía era posible, y no conforme con su avance normal mandó forzar nuevamente las calderas. El motor de vapor hizo un ruido extraño y un pistón estalló bajo la cubierta. Como resultado, el navío imperial no obtuvo el movimiento extra que necesitaba para escapar. Nuevamente el tronar de los cañones ogros llenó la tarde con su bramar, pero quiso la fortuna que éstos sobrevolaran el Cigana sin causarle más daños.
Los ogros se habían acercado ya bastante y un profuso intercambio de disparos ente los barcos había causado algunas bajas. Un grupo de flingardianos subieron al bote de emergencia y comenzaron a acercarse al barco enemigo. Las llamas continuaban invadiendo la cubierta imperial y el choque de la embarcación enemiga era ya inevitable.
El Ingeniero en Jefe imperial no se dio por vencido aún cuando tenía los ogros casi encima y en un último, glorioso gesto, apuntó el cañón que aun funcionaba con tanto acierto que la bala agrandó aún mas un agujero previo y el barco de los ogros empezó a hacer agua. Los ogros, desesperados, arengaron a los marineros y éstos se lanzaron en una remada frenética para embestir e invadir el barco enemigo. Sin embargo, presas del desconcierto, sus esfuerzos fueron inútiles y el barco ogro comenzó a hundirse con rapidez alarmante.
Tanto los ogros como los tripulantes se lanzaron al mar, en una desesperada carrera por abordar el navío flingardiano. Éstos detuvieron los motores y se dedicaron a disparar sus arcabuces sobre los infortunados enemigos. La mayoría de ellos pereció en alguna salva de plomo, mientras que otros simplemente se ahogaron. Sólo Ren Culoasesino y sus allegados lograron llegar a la costa, huyendo en dirección contraria al navío imperial.
Tras la balacera, con el Cigana apenas operativo sin la torre de mando y fuego en la cubierta, los imperiales se reunieron y en una controvertida decisión resolvieron volver a puerto para efectuar reparaciones. Victoriosos pero sin haber cumplido con la misión de establecer cabeza de playa retornaron a reparar su barco. Sin embargo el Cigana demostró sus habilidades en combate y la fiabilidad de sus calderas. Cuando la noticia de esto llegó a Flingar Capital se aprobó la producción masiva de navíos de esta clase.

Ficha Técnica
Contendientes
Jkrax (Imperio)
Magus (Reinos Ogros)
Tamaño de los ejércitos
500 puntos
Fecha
Julio 2010
Resultado
Victoria decisiva favorable al Imperio.

lo que no sabe ese imperial, es que en esa isla tengo (MI TESORO) que jamas lo encontraran!!o si veremos si lo pueden encontrar en alguna otra batalla!! por ahora es solo mio .....
ResponderEliminar