FLINGAR IMPERIALIS

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Cronica VI

El Enemigo Invisible



PRÓLOGO

Daldnoa miraba con desprecio al joven imperial mientras este se retorcía de dolor frente a las torturas que le suministraban los verdugos. Los ciudadanos de Flingar eran destacados por su fuerte sentido de lealtad a su pueblo, y sacarles información era tarea difícil, pero nada que uno de estos sádicos elfos no pudiera lograr con el instrumental adecuado...


Por otro lado, las sombras habían estado registrando las guardias que se llevaban a cabo en los lindes de la ciudad durante días, todo frente a los ciegos ojos de los centinelas humanos.


Habiendo completado su investigación, los elfos se pusieron en marcha. Durante un día la costa era visitada por Las Arcas, enormes naves negras como la noche, tripulada por decenas de corsarios, una de las castas más duchas en el arte de la guerra druuchi. El objetivo de la invasión no era otro sino el pillaje: los elfos oscuros hacen la guerra para saquear y tomar esclavos y esto es algo ya bien conocido en el viejo mundo.
La combinación de la asombrosa magia negra de las hechiceras y el desprecio casi natural que tienen los flingardianos por la misma había logrado que un pequeño ejército, que sería la punta de la lanza de la invasión se adentrase en tierras imperiales casi sin ser detectado, gracias a las brumas engañosas que son capaces de invocar las sacerdotisas druuchi. Y es que el modo de ataque de los mismos es conocido; "Ataca deprisa y de improviso. Ataca por sorpresa. Asegura la victoria antes de que el enemigo se de cuenta de que está en peligro. Una batalla estará ganada siempre si tu enemigo no sabe si está en guerra".






No serían más de las nueve de la noche cuando el Señor Falkenstein, que estaba regenteando en el castillo Openheimer en las afueras de Flingar escuchase las trompetas de batalla en medio de un banquete. Asomandose por la ventana del mismo vio como a menos de 10 estadios de distancia una torre que habría servido de puesto avanzado ardía en llamas. En ese mismo momento cayó un mensajero del imperio. Estaba herido por un virote en el muslo y su aliento era agonizante. Con su último aliento informó:

-Cayeron de sorpresa... Están posicionándose al norte... Mientras señalaba con esfuerzo en una dirección por la ventana.


Esto fue todo lo que pudo informar antes de caer muerto por el desangramiento.
Falkenstein retiró la punta de flecha de su muslo, inspeccionándola, y con la mirada sombría informó:

-Son los Elfos de Naggaroth. Avisa a los hombres. Marchamos a la batalla nuevamente.










2 horas antes.


Franz, Lukas y Ferdinand silbaban estribillos de canciones nacionalistas flingardianas mientras sacaban brillo al cañón flingardiano Bradbury. Los otros dos cañones, Asimov y Orwell, ya habían sido limpiados y puestos a punto por sus artilleros y yacían en el depósito de municiones listos para entrar en acción.


- Creo que hemos terminado con esto –dijo Ferdinand-. Podremos irnos ya a tomar unas cervezas, ¿eh Lukas?

- Ciertamente –respondió Lukas-. ¿Vamos al Goblin Enfurecido?

- No, mejor vayamos al Distrito 3, allí hay una taberna llamada Vaporama, donde podemos cambiar nuestro vales comunales de cerveza por cerveza negra enana… eso realmente vale la pena. ¿Vamos, Franz?


Franz dejó a un lado sus herramientas y dijo:

- No, camaradas, hoy no los acompaño. Más tarde tengo que ayudar en el comité de mi área, están organizando un desfile para celebrar la segunda derrota del Rey Troll. Otra vez será.



Lukas y Ferdinand se encogieron de hombros. Dejaron sus mamelucos a un lado y se fueron. Caía ya la noche sobre Flingar, las fábricas iban cesando lentamente su actividad y los modernos trenes de vapor recorrían con indiferencia las largas líneas ferroviarias a lo largo y ancho del Imperio. Había un viento cálido que acompañaba el lento advenimiento de las estrellas.




Una sombra se proyectó ligera sobre los techos de las fábricas. Avanzó con destreza, evitó miradas indiscretas y saltó por sobre las copiosas chimeneas del distrito industrial. Con sigilo increíble, burló la seguridad del depósito de municiones. Se adentró desafiante hasta que llegó a destino. Utilizó sus dagas con maestría y logró abrir en la penumbra un gigantesco portón mecánico. Se introdujo furtivamente y sus malvados ojos oscuros brillaron al divisar una de las más potentes armas enemigas: el Könislav MK3.



Saltó con agilidad Ninja sobre la cubierta del mismo, estuvo escuchando en silencio un instante y luego procedió a sabotear muy sutilmente los motores de vapor. Colocó un dispositivo que se activaría en un momento predeterminado. Iba a sabotear el segundo tanque cuando escuchó ruidos. Una patrulla de imperiales entró de improvisto al recinto. Mascullaban algo sobre haber oído ruidos extraños. Sin perder la templanza característica de los de su raza Shadowblade, el Maestro de los Asesinos, huyó por los tejados.



Franz estaba lustrando las balas del cañón cuando dos cuchillas certeras rebanaron su garganta. Murió al instante. Shadowblade no perdió el tiempo. Se vistió con las ropas del imperial muerto. Se colocó un sombrero de artillero que encontró cerca y trató de disimular su legado élfico lo mejor que pudo. Ocultó el cadáver enemigo y estaba por ir a sabotear el segundo tanque cuando sonó una alarma estridente y entraron montones de imperiales apurados.






La Batalla.


Desde el Bastión Openheimer dieron la voz de alarma. Prestos, respondieron unidades cercanas desde distintos puestos. Desde la capital se cargaron a toda velocidad ambos tanques de vapor y tres piezas de artillería en un inmenso tren acorazado y se los desplegaron al oeste del bastión Openheimer. Para cuando el despliegue de la artillería había terminado, se encontraban ya en posición defensiva algunas de las tropas imperiales. Había una unidad de caballería pesada, una de outriders, cazadores y espadachines, tres unidades de arcabuceros y el Capitán Randolf Trueno Veloz, afamado piloto de pegasos mecánicos. El ejército era liderado por un Archilector a caballo quien instruía a las tropas sobre las virtudes imperiales, biblia sigmarita en mano.




Despliegue de los ejércitos, vista a vuelo de pájaro.




Por el lado contrario se acercaba una cuña de unidades de Elfos Oscuros. Tenían dos enormes lanzavirotes, caballeros montando gélidos, caballería ligera, una infame unidad de corsarios con sus escamosas capas de dragón marino y algunas sombras. El ejército era dirigido por un noble a caballo quien profería insultos contra el imperio y azuzaba a los suyos al combate.



La línea de Elfos Oscuros.





Unidad de exploradores imperiales, tomando posiciones en una ruina cercana.




La noche ya se había instalado y se combatió a la luz de la luna y de las bengalas imperiales. Sin mayor tardanza, los elfos se lanzaron a acabar con sus enemigos antes que éstos estuvieran listos. El noble elfo avanzó a toda velocidad con su corcel oscuro. No había contado con perder el elemento sorpresa y ciertamente, el pronto arribo de los imperiales complicaría las cosas si no actuaba rápido. Avanzó rápidamente, como una sombra, y las arcanas magias oscuras de su gente le dieron el impulso necesario para cargar el tanque de vapor MK2 imperial antes que éste fuera operativo. Tomó una poción de fuerza que guardaba entre sus vestiduras. Sintió el ardor en su pecho y cargó contra el gigante enemigo. Golpeó con destreza y verdadero odio la máquina rival pero apenas si causó daños menores. Furioso, el ingeniero a bordo del mismo generó vapor e hirió al enemigo, obligándolo a huir.



El General Elfo Oscuro, cargando contra el Könislav MK2.




Un virotazo golpeó al tanque MK3 causando algún daño. Los exploradores imperiales aparecieron en unas ruinas cercanas y dispararon contra las sombras enemigas. El pegaso mecánico imperial cargó iracundo y destruyó las máquinas de guerra de los elfos; los cañones llenaron con su retumbar la penumbra.




Sin embargo, lo que parecía una defensa heroica para el imperio pronto cambió de suertes. Un extraño humo con olor a quemado salió del tanque MK3. Cuando su ingeniero intentó ponerlo en marcha, el mecanismo de vapor falló. Por más que los mecánicos se acercaron a ver qué pasaba, la caldera no lograba generar la presión suficiente para movilizar el ingenio maquinal.







- ¡Franz! –Gritó Lukas- ¡Carga el cañón! ¡Carga el cañón!

Pero Franz estaba inmóvil. No cargaba el cañón ni se movía. Ferdinand se acercó para ver qué le pasaba y recibió un cuchillazo en el estómago por toda respuesta. Con destreza, Shadowblade mató también a Ferdinand antes de revelar su verdadera identidad. Contemplando esta terrible infiltración, los imperiales se pusieron nerviosos. Los tiradores con sus temibles rifles largos de Hochland asesinaron a una de las magas elfas con impunidad. Al observar esto, Shadowblade Cargó imbatiblemente contra todo. Obligó a huir a las unidades de arcabuceros. La dotación del cañón Asimov le disparó una sonora salva de metralla que el elusivo elfo esquivó saltando a último momento.




Shadowblade, luchando contra arcabuceros.



Mientras tanto el general elfo retomó el brío original, dio media vuelta y volvió a cargar al tanque de vapor. Sus resultados fueron igual de magros y volvió a huír. Durante su tercera carga fue violentamente arrollado por el tanque imperial, quien abandonó su posición y comenzó a avanzar contra el enemigo. El segundo vehículo, el MK3, continuaba sin poder ponerse en marcha. Los espadachines imperiales cargaron a los corsarios sufriendo grandes bajas.




Los espadachines imperiales, ampliamente superados en número y habilidad, cargaron igualmente contra los corsarios. Huyeron, se reagruparon los pocos supervivientes y volvieron a intentar acabar con sus enemigos. De no ser por el pronto arribo del MK2, habrían sido muertos o esclavizados.




Shadowblade continuó con su matanza. Obligó a huir a los arcabuceros y acabó con las tripulaciones de los tres cañones. Corría a toda velocidad; se lo veía en un lado y al momento siguiente ya estaba en otro. Sus cuchillas refulgían en la noche con un brillo fantasmal y su capa ondeaba creando sombras inverosímiles. El Capitán Randolf Trueno Veloz disparó contra los corsarios. Unidades de ballesteros se las arreglaron para destruir su pegaso mecánico, el cual aterrizó de emergencia en la arena. Los corsarios lo cargaron cobardemente y lo capturaron. Estaban por volverse y cargar a los pocos espadachines imperiales que aún quedaban en pie y presentaban resistencia, cuando el tanque MK2 apareció en la zona. Los corsarios huyeron en desbandada general ante el gigantesco prodigio flingardiano.





En el frente oriental, la caballería imperial guiada por el Archilector cargó las sombras enemigas. Éstas huyeron dejando la caballería a medio camino. Este momento fue aprovechado por los jinetes de gélidos para cargar la caballería enemiga. Los hombres de Flingar resistieron valerosamente el embate pero con grandes pérdidas. Cuando todo parecía derrota para los imperiales, el Archilector les dijo:



- ¡Hombres de Flingar! ¡Camaradas! Es en este momento preciso donde se probará vuestro valor, donde deberemos demostrar cómo la espada del justo prevalece sobre la maldad y la impureza. ¡Peleen, les digo, peleen por la gloria del Imperio, por el Emperador y contra nuestros enemigos! ¡Sigmar nos guía y a nada hemos de temer!



El mítico choque de las caballerías. Los flingardianos estaban ampliamente superados en número.




El capitán de los gélidos desestimó con una burla la plegaria humana y desafió al Archilector a un duelo. Los caballeros lo miraron, el hombre de fé tomó su biblia y se lanzó al combate peculiar. El grotesco elfo cargó e intentó derribar con su gran lanza su enemigo; mas el hombre de fe esquivó con facilidad los embates del maligno; tomó su crucifijo y encomendándose a Sigmar, golpeó con tal dureza a su rival que le arrancó la cabeza de un lanzazo. Grandes chorros de sangre salieron del cuello acéfalo mientras los demás caballeros flingardianos se lanzaban sobre sus rivales matando a varios de ellos. Los elfos, sin capitán y diezmados, huyeron pero fueron alcanzados por los fervorosos imperiales y masacrados sin piedad. Una unidad de sombras cercana aprovechó para disparar sus infames ballestas a repetición como represalia, logrando derribar un caballero.







Sin embargo terminaba la jornada y el ejército elfo ya no tenía caballería, artillería ni líder. Sus corsarios huían atemorizados ante la magnificencia del tanque de vapor y sabían que en cualquier momento llegarían más trenes con refuerzos imperiales. Optaron por replegarse a las costas para volver a su flota. Contando las bajas de ambos bandos la contienda fue pareja y los escribas imperiales están seguros que se trató de un empate para ambas fuerzas.




El último avance. El tanque de vapor, acompañado por la infantería, obligando a retroceder a los corsarios elfos oscuros.








Al día siguiente aparecieron carteles con el rostro aproximado de Shadowblade encomiando a la población a aportar cualquier dato sobre el siniestro personaje a su Politburó mas cercano.






Dibujo de Shadowblade, hecho según testimonios de testigos. Cualquier información que tengas sobre este infame personaje será recompensada en Flingar Imperialis.









Informe de Fallos Técnicos
Cuerpo de ingenieros número 8
Flingar Imperialis.

(…) El tanque Könislav MK2 funcionó perfectamente. Sus sistemas funcionaron óptimos a pesar de la carga reiterada sufrida por el enemigo. Se recomienda una revisión completa, actualmente en marcha, y una nueva capa de pintura para borrar los rasguños de las espadas elfas. (…)

(…)

(…)… encontrando dentro del mismo un extraño dispositivo. El mismo parecía ser un mecanismo de relojería que contenía en su interior un ácido corrosivo. En un momento determinado, el mecanismo libera el ácido, destruyendo engranajes del sistema de cambios que imposibilitaron al tanque MK3 funcionar durante toda la contienda. (…)

Como es de público conocimiento, el elfo que responde al nombre de “Shadowblade” habría saboteado el vehículo, queda que la comisión pertinente averigüe cómo lo hizo. Por lo demás, el tanque MK3 estará operativo en poco tiempo, aunque se recomienda una revisión completa del mismo. (…)

(…)

El reporte de los estrategas sugiere que el sabotaje del tanque de vapor nos obligó a luchar sin una poderosa unidad con la cual, seguramente, habríamos claramente ganado. El sabotaje del cañón Bradbury, causante también del resultado, será convenientemente investigado y reportado en su momento.
(…)








Ficha Técnica

Contendientes
Jkrax (Imperio)
Daldnoa (Elfos Oscuros)

Tamaño de los ejércitos
2000 puntos

Fecha
Enero 2010

Resultado
Empate.

2 comentarios:

  1. Faltó la ficha técnica a esta batalla y a la anterior! Bien relatada, aunque demasiada imperialidad en el relato!!!

    Ya aparecerá la versión narrada por los Druuchi...

    Saludos y nos vemos en el campo de batalla!

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  2. Es verdad! Ya mismo subo las fichas tecnicas. Lo de la imperialidad... y si :P es la vision del Imperio :P

    Nos vemos, joven druuchi!

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