FLINGAR IMPERIALIS

 adga

Las Gueras Vampíricas III: Guerra Total contra Vampiros y Orcos

De las Crónicas de Flingar, Tomo 43, Episodio XXII



El campo de batalla, visto desde el flanco oeste




Las líneas de los orcos


Elfos aguantando la linea junto a un cañón imperial



Las filas de los no muertos


La popular horda de arcabuceros "La Polvorosa"
Los dragones-esqueletos y la caballería vampira.


Hacia el este marcharon las fuerzas imperiales para contener la invasión del Vampiro Nekro y sus aliados orcos; al amanecer del tercer día se encontraron con el enemigo en los lindes de la posada “La Cerveza Invisible”, cercana al bastión imperial número E-39, el último signo del Imperio de Flingar antes de pasar a las tierras yermas. Hacia el oeste se hallaba la entrada a un pequeño reino enano subterráneo que llevaba siglos abandonado, y en cuyas piedras todavía podía leerse el nombre de “Peluk-He Barbahierro”, quizás el último gobernante de aquel lugar desolado; más lejos aun se hallaba un cementerio arcaico que tenía fama de estar embrujado. También había algunos pocos bosques, pero lo que primaban eran extensiones de verdes praderas. 


Vista general del campo de batalla. En el centro, con techo azul, la posada "La Cerveza Invisible"


La caballería de la Alianza Imperial



Detalle de la posada


Filas de lanceros imperiales

Lideraban la Alianza Imperial los más sabios estrategas elfos y humanos; destacaba sin embargo en el campo de batalla un tipo hosco, energético pero de modales groseros que algunas fuentes citan como apellidado Hotchkiss, pero otras dicen que en realidad era Kramer y en la parte que nos ha llegado de “Historicum Imperialiis” se asegura que este personaje respondía al apellido Mansell, y que era de una familia de cazadores que vivía en el sur de Flingar; en cualquier caso todos lo conocían simplemente como El Capitán; y su destreza en el arte bélica no tenía parangón. Utilizando señuelos, falsas maniobras y confusiones generales, este hábil imperial logró redesplegar las caballerías humanas de forma tal que coparon el flanco este junto a las caballerías élficas, creando una poderosa punta de lanza. 


Orcos marchando entre ruinas




El ejército invasor se presentó con dos impresionantes dragones-esqueletos que marchitaban el piso allí donde pisaban; los imperiales no se amilanaron y marcharon junto al hermoso dragón elfo cuyos reflejos azules y plateados refulgían al sol. Ambos rivales avanzaron con cautela. El hombre-árbol entró en un bosque amigo y junto al dragón, se posicionaron rodeando la posada. Los orcos aportaron el retumbar de mil tambores de guerra, extraños carros de goblins y hordas muy bien pertrechadas y acorazadas que avanzaban como mareas verdes en lontananza.  





Los humanos no habían llegado a tener ningún tanque de vapor operativo, por lo que  compensaron con mucha caballería; su unidad principal era una horda roja y negra que segaba todo a su paso con movimientos rápidos y brutales. Estando todo listo para comenzar, la impresionante caballería de los vampiros con sus jinetes sedientos de sangre hizo lo impensado: retrocedió. 



Ambos ejércitos se extendían así a lo lejos, pletóricos de unidades de combate tan letales como variopintas. 







La alianza de orcos y vampiros avanzó a toda velocidad en el flanco este y en el centro; pero en el oeste, retrocedieron y fueron los imperiales los que entonces tomaron la ofensiva. El tronar de los cañones y los arcabuces llenó la mañana; y cientos de orcos cayeron muertos pero miles los reemplazaron; un grupo de águilas descendió en el flanco oeste para perseguir a los vampiros que se replegaban. Hordas de lanceros humanos aprovecharon los bosques cercanos para aguantar mejor la carga de los orcos, que se les venía encima. 

La caballeria vampira finge retirarse




El dragón elfo lanzó una llamarada contra uno de los dragones vampiro y luego cargó los carros de goblins por el flanco y gracias a la destreza del elfo que lo guiaba los arrasó sin miramientos; de pronto había una unidad de carros y de pronto desaparecieron, reemplazados por pedazos de madera y miembros de goblins. En el centro los orcos cargaron y pese a la heroica resistencia imperial, lograron abrir una brecha en las defensas. Cerca del mediodía los lanceros y alabarderos habían caído, y los orcos avasallaron a los arcabuceros y arqueros elfos, que resistieron estoicamente. En el este, un combinado de caballería e infantería humanos aprovecharon que las líneas orcas se habían desviado hacia el centro y encontrando poca resistencia orca cargaron con el apoyo de los cañones; heroicos se dice en las crónicas que fueron, y con el acero de mil lanzas aplastaron a los orcos, ganando así el flanco oriental para la Alianza Imperial. 

Los imperiales, avanzando por el flanco oeste.

El hombre arbol avanza por detrás de la posada

Duros combates en el centro de la batalla, que se inclinarían rápidamente para el lado de los orcos





Con el oeste ganado por los imperiales y el centro por sus enemigos, la batalla parecía decidirse en el flanco este. Allí, el dragón élfico cargó con furia a unos orcos montados en jabalíes y los destrozó. El dragón vampiro quedó atontado tras un cañonazo y no pudo socorrer a sus aliados. Tras el dragón llegó la caballería elfica y juntos limpiaron la zona; el dragón vampiro se vio de pronto solo; Dugg-Nar envió entonces un grupo de orcos acorazados a ayudarlo, pero éstos fueron valientemente interceptados por la caballería élfica; en ese momento las águilas lo cargaron por el flanco e incluso El Capitán en persona se lanzó a la lucha; las águilas picotearon y arrancaron huesos con sus patas, la bestia malherida ya por el fuego de los cañones apenas si podía mantenerse en pie; en un movimiento certero el propio Capitán en persona cercenó la cabeza del monstruo, terminando así con su tiranía. Contemplando el desastre desde una colina lejana, Nekro el Vampiro huyó desanimado pero furioso, y no se supo más de sus fechorías hasta mas adelante. 

El general vampiro, mano derecha de Nekro, montado en su dragón

El Capitán, en la heroica carga en la que mataría al dragón no muerto.

Las águilas llegan para ayudar al Capitán



El punto álgido de la batalla se dio cuando las hordas de caballería imperial cargaron a la caballería de los vampiros. Fue una visión gloriosa: montones de caballeros con los colores rojo y negro de Flingar avanzando a toda velocidad, los gritos de sus líderes, el coraje, la determinación, los estandartes rojos ondeando orgullosos. Sin embargo, no alcanzó. La carga fue brutal y los vampiros sufrieron muchas bajas; pero con destreza imposible mantuvieron su posición y no huyeron, atontados pero frenando en seco la carga imperial. Pronto, los imperiales se vieron atacados por momias en un flanco y por el otro dragón esqueleto por retaguardia. Resistieron cuanto pudieron, pero fueron aniquilados. Todavía hoy en ciertas comarcas olvidadas del Imperio puede escucharse el Himno de los Vampiros, que recuerda esta histórica aunque triste gesta. 

La fallida carga de la caballería imperial. Pagarían el error con sus vidas.


La venganza de la alianza imperial





Hacia las primeras horas de la tarde, el heroico dragón élfico cargó por el flanco al dragón no-muerto que aun quedaba en pie, ayudado por el hombre-árbol. Llegaron tarde para socorrer a la caballería, pero mataron a su enemigo y luego aguantaron la ira de los caballeros vampiros y las momias, lideradas por su faraón, antes de abandonar el flanco este que parecía perdido. 


La última carga de la batalla, en la cual los humanos perecerían.



La última resistencia del flanco este fue dada por una horda de lanceros imperiales, quienes intentaron frenar a Dugg-Nar montado en su jabalí de guerra y a unos orcos acorazados, pero fallaron. Los esqueletos empezaron a retroceder, y eso marcó el final de la batalla. Tras disiparse el polvo, se hizo un recuento rápido y se calculó un empate. Las fuerzas imperiales habían contenido la amenaza, pero con grandes costos, y no estaban en condiciones de continuar la lucha. La alianza de los vampiros y orcos se disolvió en ese instante y cada uno volvió a su campamento. El Imperio, sacudido por la violenta batalla, logra entonces su objetivo de impedir el avance enemigo.


Combates aislados, al ir concluyendo ya la batalla








Sobre los elfos de Tyrion, los orcos de Dugg-Nar y los vampiros de Nekro se ha escrito más en otros tomos de la colección Crónicas de Flingar, que ha llegado hasta nuestros días. 



 Este sería el fin de la batalla, salvo porque en un fragmento de pergamino hallado en una edición rara del libro “Misteriis Batallae” se explica que tres días después la columna principal de Dugg-Nar fue avistada en los lindes de Flingar y un pequeño destacamento imperial salió a enfrentarlos, intentando destruir la amenaza orca por completo. Sobre este episodio se puede leer más en otro libro de la Historia de Flingar. Bástese decir que este enfrentamiento fue apenas el comienzo de las Guerras  Vampíricas, que tanta destrucción y horror traerían al corazón mismo del imperio. 



Ficha Técnica

Contendientes
Krax (Reinos Humanos)
+
Nair (Altos Elfos)

VS

Christian Lopez (Nekro - vampiros)
+
Adam Duggan (Dugg-Nar - Orcos)

Tamaño de los ejércitos
2000 puntos - 8000 puntos en total sobre la mesa.

Fecha
Enero 2016

Resultado
Empate




No hay comentarios:

Publicar un comentario